Un elemento esencial en la relación colombo-venezolana tiene que ver con la gasolina, que por mucho tiempo, antes de que el vecino país cayera en la crisis, a los nortesantandereanos nos significaba un oasis en el precio y el abastecimiento.
Lea: Día contra la corrupción
Eran famosos los carros gasolineros. Muchos con doble tanque. Otros con ‘viquingos’ en los que la gente prácticamente viajaba en una bomba de tiempo, traían el combustible a la ciudad desde el otro lado del Táchira para surtir a los pimpineros que eran las estaciones informales.
En cualquier esquina se encontraban con sus pimpinas, las cuales se esfumaron y producto de ello los recaudos de la sobretasa a la gasolina se multiplicaron 22 veces, como también florecieron, como si fuera primavera, las estaciones de servicio en Cúcuta y Norte de Santander. En la ciudad, operan en este momento 34.
La mejor idea de lo que se vive en este aspecto sale de las palabras de la secretaria de Hacienda Municipal de Cúcuta, María Virginia Valencia.
Las cuentas que ella maneja señalan que la administración municipal recaudaba por ese concepto $800 millones en 2014, prueba reina de que el contrabando era el rey de reyes y que la comercialización callejera de hidrocarburos mandaba la parada en la región.
Y al cerrar 2021 ese ingreso alcanzó en las arcas cucuteñas la suma de $17.732 millones, que en la práctica equivalen a un aumento del 422 por ciento, para indicar que ya en la región el negocio de gasolina y ACPM venezolanos desapareció y quedó como parte de la historia, en medio de los problemas de producción de la industria petrolera del vecino país y de los efectos de la crisis fronteriza y diplomática de los dos países.
Y hablando de contrabando, ahora nos aparece un complejo asunto que tal vez explique en parte el hecho de que la gasolina subsidiada o exceptuada se termine a veces cuando todavía faltan muchos días para finalizar el mes.
En esta oportunidad quien lo advierte es el mayor general Omar Esteban Sepúlveda, comandante de la Segunda División del Ejército. “El contrabando es otra economía ilícita, sobre todo de combustible, el cual antes se hacía de Venezuela a Colombia, pero ahora, por la situación del vecino país, ha aumentado el contrabando de la gasolina nacional hacia allá”.
Tal vez ahí recaiga el hecho de hacerse fuertes controles para que no se trafique con el combustible que llega a precio especial a la frontera y que estaría en riesgo de desaparecer como producto de la reforma tributaria que se ha presentado al Congreso de la República.
En el Senado y Cámara ya hay voces que plantean la posibilidad de salvar ese beneficio para la frontera pero apretando las clavijas para que se cierren los conductos por donde se puede fugar parte del cupo de los 13 millones mensuales de galones, es decir, atajando el contrabando o evitando que se desvíe hacia otros rumbos afectando a los usuarios de la región.
Y es necesario actuar efectivamente en ese campo pero al mismo tiempo avanzar hacia la posibilidad de venderle gasolina a Venezuela, porque las señales desde el otro lado del río Táchira sobre la recuperación de PDVSA son confusas. El gobierno dice que se lograrían llegar a los dos millones de barriles de producción de petróleo pero los expertos dicen que apenas sería de 900.000.
Por eso, en este instante de encuentros para la normalización de relaciones, resultaría interesante evaluar y analizar esto que dice Rafael Quiroz Serrano, economista tachirense experto en temas petroleros: “resultaría más económico importar combustibles como gasolina y diésel desde Colombia, que seguir importando estos productos desde Irán o India, lo cual sería una vía más expedita para amortiguar un poco la crisis a los estados andinos del país”.
Un referente sobre este experto es: “Los presidentes y el petróleo”, un libro en el que resalta parte de la historia y giros que ha dado esta industria venezolana.
Gracias por valorar La Opinión Digital. Suscríbete y disfruta de todos los contenidos y beneficios en http://bit.ly/SuscripcionesLaOpinion
