Una serie de encuentros difundidos por los medios de comunicación y las redes sociales se están convirtiendo en la galería para confirmar la reconstrucción de las relaciones colombo-venezolanas, rotas en febrero de 2019, pero que venían fracturadas desde mucho antes por otra sucesión de desencuentros.

En contraste con ese panorama de fricciones y hechos tensionantes hasta llegar al portazo de Caracas y Bogotá, que no tenían comunicación de ninguna índole, ahora se observa un cuadro diferente que ojalá conduzca a reconstruir todos los lazos que unían a ambos pueblos.

En la capital venezolana el embajador colombiano Armando Benedetti al presentar las cartas credenciales hasta le dio un sombrero vueltiao al presidente Nicolás Maduro.

Luego, en Bogotá, el representante diplomático venezolano Félix Plasencia dos veces hizo presentación oficial ante el gobierno colombiano. Primero ante el canciller Álvaro Leyva Durán y después se reunió con el presidente Gustavo Petro.

Es decir, así como febrero de 2019 pasó a la historia como el mes en que las relaciones entre los dos países hermanos se rompieron, agosto de 2022 quedará en los libros como el periodo en que se decidió jugársela de nuevo por la vía diplomática y consular. 

Todos esos han sido mensajes recibidos con esperanza en la frontera entre Norte de Santander y Táchira que en medio de esas tensiones terminó pagando ‘los platos rotos’ porque se le cerraron las posibilidades de mantener el intercambio comercial, hecho que indudablemente le pasó factura de cobro a la economía y el empleo local.

Pero como la ansiedad ha ido en crecimiento, ahora se acaba de producir otro hecho que puede interpretarse como otro avance hacia la reactivación del intercambio bilateral.

El palacio de Miraflores fue sede de un encuentro con el presidente Nicolás Maduro de una delegación del gobierno colombiano de la cual hicieron parte el ministro de Comercio, Industria y  Turismo, Germán Umaña, y el secretario de Fronteras de la Gobernación de Norte de Santander, Víctor Bautista.

Ahí puede estarse produciendo la necesaria interrelación entre las más altas autoridades de ambos gobiernos para el total restablecimiento de las importaciones y exportaciones, el régimen de pagos y la reanudación de las operaciones fiscales y aduaneras relacionadas con el comercio exterior.

Pero también hay otros asuntos para que no seamos un simple paso de camiones cargados de mercancías hacia uno y otro lado de la frontera, sino que se establezcan proyectos de desarrollo, complementación industrial, productiva y de servicios en la región.

En una reciente entrevista con La Opinión, el ministro Umaña (quien es un amplio conocedor de los asuntos fronterizos), afirmó que en la reapertura con Venezuela se espera que haya una disminución en el coeficiente de GINI y un cierre de la brecha entre la nación y las regiones en los dos países, en los campos de la pobreza absoluta y multidimensional, ingreso per cápita, desempleo y subempleo.

Evidentemente es fundamental que se abra el camino del reencuentro y la cooperación para el  fortalecimiento de las economías de los dos pueblos que sufrieron en carne propia las consecuencias del tormentoso pasaje en que se cerraron la embajada y los consulados y  nadie contestaba ni un teléfono.

Aunado a esto, es igualmente un buen mensaje el hecho de haberse rehabilitado el trabajo  judicial conjunto, máxime cuando tenemos tantos problemas en materia de inseguridad en la porosa frontera que al haber permanecido al garete y sin una adecuada vigilancia conjunta, fue tomada por la criminalidad.

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