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Editorial
Plan antipiques
Aunque todo lo que ocurre con esos piques es muy delicado, resultan verdaderamente graves las denuncias de que en medio de los mismos ocurren delitos.
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Viernes, 2 de Junio de 2023

Son veloces caravanas que se toman de lado a lado la vía, intentando imitar a famosas series del cine y la televisión, para llegarse a creer como los ‘guerreros del camino’ o los ‘rápidos y furiosos’.

Imitan esas series al extremo de reunirse en masa, especialmente, en el anillo vial oriental, en puntos de Cúcuta, Villa del Rosario y Los Patios, para lanzarse a velocidades extremas violando las normas de tránsito y desatando riesgos de toda índole.

En primer lugar, las vías, calles, avenidas y rutas perimetrales como estas que sirven de conexión y descongestión para los municipios metropolitanos, no son de uso exclusivo para nadie ni son espacios sometidos a la ley del más fuerte o del que más velocidad desarrolle o más piruetas mortales o más hechos no santos provoque.

Pero lo que se advierte en los miércoles, jueves o viernes de piques motorizados, es que los centenares de participantes se apoderan en su totalidad de la carretera y no dejan pasar a los demás vehículos a los cuales obstruyen y no les permiten el paso o los  sobrepasan en medio de peligrosas maniobras que pueden llegar a terminar mal.

Es que además no se entiende como los padres o las familias les permiten a sus hijas que vayan a acompañar a esos motorizados, sin ellas llevar sus cascos, exponiéndose a terminar muy mal en caso de que el conductor falle y ella caiga al pavimento sin los elementos que la protejan de heridas graves o de la muerte misma.

Y tampoco se entiende cual es la razón valedera para que estas caravanas de la adrenalina y el veloz riesgo hayan tomado tanto vuelo en la zona metropolitana, llegando a convertirse hasta en elemento perturbador de la capacidad hospitalaria local, por la accidentalidad que implican.

Debe aplaudirse la decisión de las autoridades de desplegar una acción de seguridad  en la que participan la Fiscalía, la Policía Metropolitana de Cúcuta y el Ejército para ‘meter en cintura’ los famosos piques.

Por lo visto, desde que se activó esta operación en la que se cuenta con el respaldo de los organismos municipales de tránsito, no se aflojará en dichos controles, asunto que confirma una demostración de autoridad, que es indispensable para devolver la seguridad y el orden.

Aunque todo lo que ocurre con esos piques es muy delicado, resultan verdaderamente graves las denuncias de que en medio de esos piques ocurren delitos, como el robo, aparte de la presencia de personas con antecedentes penales.

 El plan antipiques es necesario que se mantenga, porque también se da el uso de motocicletas hurtadas en esta clase de prácticas, en las que la tranquilidad ciudadana es afectada con las modificaciones a las motos que emiten sonidos parecidos a los disparos.

La ciudadanía espera que estas operaciones continúen con resultados contundentes como el de las  110 motos inmovilizadas y 150 comparendos aplicados en el operativo del miércoles de la semana pasada.

Ni Cúcuta ni Los Patios ni Villa del Rosario son lugares para que algunos vengan a hacer lo que les viene en gana o a pasarse las normas por la faja o creyéndose que ninguna ley o autoridad los alcanza.

El orden hay que restablecerlo. Los gobiernos municipales y las autoridades policivas y judiciales tienen que seguir adelante con estos despliegues de seguridad porque no se puede seguir transmitiendo un equivocado mensaje de permisividad o debilidad frente a hechos puntuales como los piques, que no son ninguna diversión sana ni ninguna actividad de esparcimiento, sino una manifestación de descontrol y  arrasamiento de las normas de comportamiento ciudadano. Bien por recuperar la autoridad.

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