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Editorial
Ser niño no es un juego
Niños pasando hambre al lado de sus padres en la casa, porque en Cúcuta la pandemia del coronavirus no solamente amenaza la salud y la vida sino que ha disparado la desigualdad.
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La opinión
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Domingo, 25 de Abril de 2021

Dicen que entre 2018 y 2020 en Norte de Santander se registraron 24 casos documentados de reclutamiento forzado de menores de edad por parte de los actores violentos en el Catatumbo, dato detrás del cual debe de haber un alto subregistro como en su momento lo advirtió  la consejera presidencial para los Derechos Humanos, Nancy Patricia Gutiérrez, al reconocer que las cifras sobre reclutamiento no demuestran la realidad.

Y también casos como el de Francisco Vera -conocido como el niño colombiano ambientalista- que fue tildado de guerrillero por una activista del uribismo en Twitter al hacer un montaje y hacerlo ver como si estuviera apuntando con una pistola. Algo muy parecido a lo que sucedió con la niña activista ambientalista Greta Thunberg, quien fuera objeto de burlas por el entonces presidente de Estados Unidos, Donald Trump.

Estos apuntes permiten indicar que ser niños no es un juego. Y que el Día del Niño no debe de ser solo por 24 horas sino los 365 días del año, con políticas de calidad alejadas de conveniencia y enmarcadas en elementos que les lleven felicidad, amor, cuidado, educación, salud y un ambiente adecuado para su desarrollo.

En esta ocasión es bueno recordar los diez derechos fundamentales de la niñez: derecho a la vida, 

la alimentación, la educación, al agua, la salud, la identidad, la libertad de expresión y la protección.

Pero igualmente interesante es reflexionar si respecto a ellos, estamos a años luz de lograrlo o estamos en el camino correcto para lograrlo. Una primera reflexión apunta a admitir que nos falta mucho para que los enunciados anteriores se cumplan a cabalidad, puesto que no solo basta una gruesa institucionalidad sino la real irrigación de los procesos  para que eso se cumpla. 

Y en el caso colombiano y nortesantandereano mientras sigan las complicaciones para la paz, persista el conflicto armado y el modelo económico y social se encuentre en crisis, es evidente que de manera transversal al cruzar por la niñez y su futuro todo resulte siendo débil para garantizar construirle una mejor estructura sobre la que se levante el mejor futuro que incluya aspectos de gobernanza y de normas que se puedan realmente aplicar.

Así que ya sabiendo ese panorama que las estadísticas, los análisis y las proyecciones nos escenifican, la determinación debe de ser que la sociedad se comprometa a ir cerrando todas esas brechas que impiden que la niñez padezca por la violencia, la pobreza,  la inseguridad y los demás factores que les configuran un mundo lleno de complicaciones, en el que en lugar de estudiar deben trabajar o ir a la guerra o pasar severas necesidades.

La travesía es larga y los enemigos abundan pero la pelea hay que darla, puesto que lo justo en un mundo equitativo es que la niñez merece y tiene que disfrutar de sus derechos.

Eso encierra un gran compromiso que al final debe implicar la eliminación de la desigualdad social que conlleva a una multiplicidad de problemas y hacerlo sería el mejor regalo para la humanidad porque irá a vigorizar la semilla de su existencia que corretea bulliciosamente por todos los rincones.    

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