Mientras que la gran mayoría de las naciones se resisten a decretar nuevos cierres en sus ciudades para contener la propagación de la COVID-19, otros vuelven a retomar las restricciones a la movilidad para evitar picos en el futuro.
Tal es el caso de países como Lituania, Rusia y China, que en los últimos días anunciaron confinamientos debido al aumento en los contagios y muertes a causa del virus debido al relajamiento en el autocuidado de la población, además de las bajas cifras de vacunación.
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Este panorama, incluso, motivó a que Tedros Adhanom, director de la Organización Mundial de la Salud (OMS) afirmara, la semana pasada, que la pandemia “está lejos de estar terminada”, en momentos en los que el mundo se acerca a los cinco millones de muertos a causa del virus que otra vez toma visos de fortalecerse debido a sus variantes.
“El acceso no equitativo a las pruebas de COVID-19, a los tratamientos y las vacunas, prolonga la pandemia en el mundo entero y presenta el riesgo del surgimiento de nuevas variantes, más peligrosas, que podrían escapar a los medios de lucha contra la enfermedad”, advirtió la OMS.
Nueva Zelanda sorprende
En contraste con los anuncios de cierre en naciones europeas y asiáticas, Nueva Zelanda, el país que más se blindó contra el virus y que actualmente tiene a su capital, Auckland, confinada, anunció el pasado viernes que relajará sus restricciones a mediados de este mes.
Desde que inició la pandemia, la nación oceánica –de un poco más de cinco millones de habitantes– solo ha registrado 6.000 contagios y 28 muertes, lo que le da confianza al gobierno de la primera ministra Jacinda Ardern, de reducir de 14 a 7 los días de cuarentena para ingresar al país.
Nueva Zelanda ha suministrado la primera dosis de la vacuna anticovid al 87 % de su población, mientras que un 72 % ya tiene las dos dosis
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