Como se dice en el fútbol después de que un equipo gana un partido, la alegría es de un día porque la final aún está lejos. Eso es precisamente lo que el Gobierno y sus congresistas aliados están pensando desde ya para el trámite final que deberá tener la reforma a la salud en su paso definitivo por el Senado de la República.

Por ser una ley ordinaria, la iniciativa requiere de cuatro votaciones, dos que se demoraron casi seis meses en la Cámara y dos más que se deberán dar en el Senado, en febrero o marzo del otro año. Y ahí es en donde comienza la primera discusión, sobre si este proyecto se puede discutir desde el 16 de febrero, la nueva fecha que se aprobó para el inicio de las sesiones del Congreso, en virtud de una modificación que se le hizo a la Constitución.

El debate radica en que, para algunos, la enmienda constitucional señala que en ese mes, 16 de febrero a 15 de marzo, solo se podrá dar prelación a los proyectos de origen parlamentario, más no a los que fueron presentados por el gobierno.

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Otra preocupación, tal vez de las mayores, es la fortaleza que llegue a tener la coalición de gobierno en el Senado. Cabe recordar que durante todos estos cuatro meses de discusión en la Cámara el proyecto en muchos momentos no tuvo las mayorías y estas solo se evidenciaron hasta el martes, cuando la plenaria aprobó los dos artículos referentes a las facultades extraordinarias para el presidente Gustavo Petro, las cuales pasaron con 93 votos, es decir, una mayoría suficiente, pero no amplia.

Dicho bloque se conformó con el Pacto Histórico, como era de esperarse, la mayoría de la bancada de la Alianza Verde, más de la mitad de los representantes a la Cámara que tiene el Partido Liberal, al menos 10 representantes conservadores y cinco del Partido de la U, que en ese punto y otro acompañaron al gobierno en la reforma a la salud.

No obstante, las cosas en el Senado serán a otro precio, o mejor diferentes. La primera razón, es porque en esa corporación los congresistas cercanos a Petro son mucho menos que los que el mandatario tiene en la Cámara. Un motivo más es porque en el Senado están las mayores voces de oposición que tiene Gustavo Petro, incluso en los partidos que son de la coalición de gobierno.

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Las cuentas en Senado

En una primera proyección, a meses de que tenga su votación en la Comisión VII del Senado, la reforma a la salud estaría casi que en tablas: de los 16 senadores que la integran, 6 se inclinan por la idea de hundir el proyecto, entre ellos los senadores de Cambio Radical y el Centro Democrático, en tanto que seis más le apuntarían al sí. La incertidumbre se centra en dos senadores que por ahora no tienen claro qué postura tomar.

La preocupación es tal frente a lo que podría pasar en su trámite que hasta la propia presidenta de la Comisión VII, Marta Peralta, del Pacto Histórico, reconoce que a la fecha, la iniciativa no cuenta con las mayorías.

“En el Senado el debate tiende a ser un poco más profundo y detenido, y en nuestra Comisión tengo que ser realista, no tenemos unas mayorías consensuadas y habrá que hacer todas las motivaciones y gestiones y sobre todo argumentar muy bien y debatir en profundidad y con toda la sensatez el articulado”, reconoció.

La fe en que el proyecto pueda seguir adelante la tiene inquebrantable el presidente Gustavo Petro. “La Cámara hizo un profundo largo y fructífero debate sobre la reforma a la salud. Felicito a sus integrantes por aprobarla. Volver a garantizar derechos universales es el verdadero camino hacia la paz”, escribió el presidente en su cuenta X este miércoles, un día después de la aprobación.

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Otro que habló de esa votación fue el expresidente Iván Duque, quien sostuvo que son “probrecistas” y “progresistas” quienes apoyaron esa reforma a la salud en la Cámara de Representantes y de inmediato sostuvo que ahora es el Senado que tiene la “responsabilidad histórica de salvar el sistema de salud de Colombia”, puesto que, en su criterio, “hoy está amenazado por el populismo, la demagogia y el odio a la participación mixta entre el sector público y el sector privado”.

“Quieren volver a las épocas del Seguro Social y activar un sistema de atraco político al bienestar social. Se dicen ‘progresistas’ los que defienden ese esperpento de reforma, pero en realidad son pobrecistas porque van a arruinar la salud de 50 millones de personas”, agregó en un mensaje en X.

También aprovechó para defender las decisiones de su gobierno, al sostener que durante la pandemia de la Covid-19 el sistema de salud “mostró sus fortalezas”.

Pero Duque no fue el único que criticó la iniciativa. La congresista Catherine Juvinao afirmó que la reforma no sobreviviría en la Corte Constitucional, en donde una vez aprobada en todos sus debates, tendrá que surtir la respectiva revisión.

Dijo que el proyecto elimina el derecho a la libre elección, crea burocracias políticas, no apropia recursos para formalizar el talento humano en salud y según ella, “plantea una transición imposible que derivará en el colapso del sistema”.

Por ahora, la euforia empieza a pasar, y desde ya se proyecta cuál será la mejor estrategia para que se tramite el proyecto el otro semestre en su paso definitivo.

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