Los salones y pisos en madera del emblemático colegio José Eusebio Caro, de Ocaña, se encuentran en el más completo abandono, ante la desidia de los gobernantes de turno.
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Así lo dio a conocer el rector de la institución educativa, José del Carmen Vergel Quintero, quien hizo un llamado a las entidades competentes para evitar el colapso por la acción del invierno.
Un total de nueve aulas de clases, incluidos los laboratorios de física, fueron clausurados por recomendaciones de la Oficina de Gestión del Riesgo y Atención de Desastres, debido al inminente desplome por la ola invernal.
El directivo lanzó un SOS a fin de que se puedan canalizar recursos y remediar la situación, ya que llevan más de cinco años esperando los dineros prometidos en un proyecto avalado por el exgobernador William Villamizar Laguado.
En 2020, durante la celebración de los 450 años de fundación de Ocaña, se incluyó en la Ley de Honores al colegio Caro, con el fin de mejorar su infraestructura, pero esto quedó en letra muerta, denunciaron los profesores.
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Maestros, estudiantes y padres de familia iniciaron una brigada para gestionar algunos recursos y habilitar esos espacios, con el fin de mitigar el hacinamiento registrado en el colegio que tiene 111 años de historia.
Legendaria institución en el olvido
Los salones donde muchas generaciones recibieron la educación están en precarias condiciones, a raíz de la ola invernal y la falta de mantenimiento.
“Llevamos cinco años con esa dificultad y, a pesar de las promesas, nadie se ha dignado con el desembolso de la plata para mejorar la infraestructura escolar”, recalcó el rector, quien llamó la atención de los “hijos ilustres de la región”, para que contribuyan con la gestión para recuperar la cubierta afectada.
La personera estudiantil, Daniela Pacheco Paredes, denunció hacinamiento en la institución, debido a la carencia de espacios para facilitar el proceso enseñanza-aprendizaje. “No es justo el tratamiento dado a un colegio de tanta tradición en la formación integral de los alumnos”, cuestionó.
La madre de familia María Eugenia Quintero dijo que siente dolor al observar esos amplios salones cerrados y a sus hijos recibiendo los conocimientos en espacios estrechos.
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“Que fijen los ojos en la institución y nos den una manita para evitar que los techos se caigan. Este es un establecimiento que ha hecho grandes aportes a la sociedad”, planteó.
Impide ampliar la cobertura
El rector de la institución alertó que el estado de la infraestructura impide que se pueda ampliar la cobertura escolar, pues prácticamente toda el ala occidental del colegio se encuentra inhabilitada, debido al inminente peligro y amerita una gran inversión.
“Los salones están atiborrados de estudiantes y por eso unos 250 niños se han dejado de matricular por la falta de espacio”, reiteró José del Carmen Vergel Quintero, quien adelanta la gestión ante la Oficina de Infraestructura de la Secretaría de Educación departamental.
Inicialmente se había asignado un presupuesto de $950 millones, pero se deben hacer los ajustes para actualizar esas cifras que puede ascender a los $1.500 millones.
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La jornada de la mañana cuenta con 960 estudiantes y la tarde con 750, lo que urge el arreglo de los salones. Con recursos propios se han arreglado cinco salones de la parte oriental con las adecuaciones eléctricas para contar con 25 recintos, de los 35 que necesitan.
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