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Ocaña
Memoria histórica de un pueblo en una tienda
Turistas siempre preguntan por la tienda donde se respira un ambiente cultural a través de las fotografías.
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Javier Sarabia Ascanio
Javier Sarabia
Viernes, 29 de Octubre de 2021

Un valor agregado encierra una tienda en pleno centro del municipio de La Playa de Belén donde la gente aparte de adquirir los productos de la canasta familiar puede apreciar la memoria histórica de un pueblo declarado como Bien de Interés Cultural de Carácter Nacional.

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En vez de afiches promocionales sobre bebidas refrescantes existe un sinnúmero de fotografías que el propietario renueva constantemente para disfrute de propios y visitantes.

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Se encuentra ubicada a la entrada del cementerio central de esa población y es paso obligado hacia el Área Natural Única de los Estoraques donde los aires culturales se convierten en un consumo masivo.

La idea de colgar en las paredes las fotografías más significativas de la comarca surgió del historiador Álvaro Antonio Claro, un amante de la tecnología quien no ahorra esfuerzos a la hora de congelar el tiempo para mostrar el pasado a las futuras generaciones.

En la tradicional casa de tapias pisadas al estilo colonial de sus padres Manuel Antonio Claro Carrascal y Esther Emilia Claro Velásquez con el acompañamiento de sus hermanas decidió un buen día perpetuar los grandes acontecimientos de su tierra natal a través de las imágenes captadas por las lentes de las cámaras.

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Como si fuese un cazador furtivo se fue compenetrando en los vericuetos de la historia y dejando un pedazo de su patria chica como cuadros gigantes en las paredes de la memoria. En otras palabras, convirtió la tienda de sus padres en una galería de arte. 
 

El historiador Álvaro Antonio Claro, apasionado por la fotografía decide mantener vivas las tradiciones.
Guido Pérez Arévalo y Diana Uribe

 

“La iniciativa surgió luego de una conversación con la prima Maruja Claro, residente en Cali, donde conoció el proyecto de una fototeca. Llegó a la Playa en el año 2010 para que la alcaldía hiciera algo similar, no hubo eco, entonces sabía de la afición hacia la fotografía y el apoyo a la monografía de la mano de Guido Pérez Arévalo, esa fue la coyuntura perfecta para comenzar”, agregó.

Constituyó el Centro de Historia con la hermana Luz Marina Claro para rescatar los documentos gráficos de personajes, acontecimientos, arquitecturas, celebraciones religiosas e incluso fiestas populares.

Durante una exposición en la casa de Manuel Benjamín Claro, se organizaron 70 cuadros, después se preguntaron sobre un sitio ideal para exhibirlos posteriormente y alguien propuso colgarlos en la tienda como punto de llegada de propios y visitantes. 

 

En esa época llegó el reconocido sacerdote y orador sagrado ocañero Francisco Angarita, primero en publicar una hojita parroquial, era un pequeño volante que condensaba las noticias de la región.

En la década de los 20 lo trasladaron a Aracataca, Magdalena y fue testigo de la ‘Masacre de las bananeras’, recopiló la información, la entregó a Jorge Eliécer Gaitán para ese debate famoso que hubo en el Congreso. Otra curiosidad de ese cura corresponde a la partida de bautismo en el año de 1930 de un niño llamado Gabriel García Márquez, premio Nobel de literatura.

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Esa imagen se encuentra en la tienda y los ilustres visitantes se enteran de primera fuente de esos datos históricos de la región. 

Otro hecho reseñado es la ordenanza cuando el municipio de Aspasica, pasa a ser corregimiento y la Playa adquiere esa categoría en el año de 1934. También el primer centenario en el año de 1962 con la presencia del insigne poeta, muerto en un accidente, Eduardo Cote Lamus, quien se inmortalizó con el poema ‘Los Estoraques’.

En fin, muchos vestigios sobre los procesos culturales, sociales, económicos y arquitectónicos del siglo XX para que no caigan en olvido.
 

Lola, La Playa de Belén

 

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“Una buena idea que llamó poderosamente la atención y resolvimos sacar las imágenes de las cajas, desempolvarlas y dejarlas allí como testigo mudo del proceso evolutivo de La Playa de Belén. Prácticamente condensa la historia de nuestro terruño desde los fundadores por allá en el año de 1862, la esposa de Juan Esteban Vega y los hijos con una fotografía de finales del siglo XIX. De ahí en adelante los acontecimientos más importantes se encuentran en estos registros gráficos. La primera capilla que hubo en la Playa de Belén inaugurada en 1910, cuando se le dio la categoría de parroquia”, agregó el historiador.

Una tradición familiar para conservar la memoria de los pueblos.

 

El punto de encuentro 

La casona es denominada como ‘La Embajada’ porque era el punto de encuentro para recordar las costumbres ancestrales. 

“Mis padres tenían una relación muy cercana con la gente del campo, los domingos necesitaban cambiarse y dejar los paquetes y se les abrían las puertas de par en par. Allí se hacían las celebraciones de bautizos, primeras comuniones, matrimonios e incluso las camas servían para calmar dolencias de algunos pacientes. En la sala permitían velorios, ya que mi papá era muy generoso. Se ganó tanto la confianza que también dejaban plata para la entregara a otra persona”, mencionó Álvaro. 

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El tinto era gratis, “se levantaba y preparaba dos termos con café y brindaba inicialmente a los taxistas del parque Ángel Cortés y luego a la gente. La tienda sigue siendo el punto de referencia de las personas cuando salen de la misa dominical o adquirir cualquier producto”. 

 

Banda La Merced

 

En los años 60 y 70 los campesinos bajaban al pueblo con machete, cuchilla y revólver al cinto y antes de la ceremonia religiosa se trasladaban hacia la casa de Manuel en la esquina del parque y dejaban esa arma. “Recuerdo que era como un arsenal, pero nunca hubo altercado y regresaban a las fincas en medio de la camaradería”, precisó el historiador.

En la sala de la casa existe una vitrina con una colección de 75 cámaras fotográficas que ayudaron a confeccionar ese tejido de la historia de La Playa de Belén.

“La fotografía es una de esas cosas que permite recuperar la memoria histórica de un pueblo y en la tienda fabulosa encontramos esos vestigios. Ahora la tecnología está sesgando, casi que castrando a los jóvenes de la memoria porque todo se da por inmediatez y olvidan muy rápido. Qué bueno mostrar esa memoria a las nuevas generaciones”, dijo el publicista Orielson Sarabia.

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En una esquina del parque principal de La Playa de Belén se encuentra la tienda que guarda mucha tradición.

Ante esa cruda realidad, la familia Claro trabaja a través de las plataformas virtuales para almacenar esos recuerdos latentes en esos espacios, según explicó el también revisor fiscal de la Academia de Historia de Norte de Santander, miembro de número y correspondiente de Ocaña y presidente del Centro de Historia de La Playa de Belén, Álvaro Antonio Claro.

“Mantener vivas las tradiciones, el sentido de pertenencia para fortalecer el desarrollo y bienestar de las distintas comunidades. Esas imágenes congelan los momentos más significativos de nuestra historia. Entonces buscamos hacerla más visible a todos. Pueden encontrar desde una aguja, pasando por los helados caseros hasta un neumático para desvarar vehículos”, aseguró la secretaria del Centro de Memoria Histórica, Luz Marina Claro.

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 Asimismo, promocionan la lectura, ya que en un rincón se ha habilitado un sistema donde se ubican libros y la gente puede tomarlos, llevarlos consigo y traer otro diferente. “Lo hemos denominado el libro viajero para promover la cultura”, agrega.

El promotor turístico Campo Elías Pacheco Ruedas manifiesta que muchos de los visitantes procedentes de los distintos continentes preguntan por esa famosa tienda para saborear los helados, participar de tertulias y conocer la historia a través de la galería.

“Se respira un ambiente diferente, las imágenes reflejan los aspectos fundamentales del último siglo. Es una tienda de mucha tradición”, dijo Pacheco. 

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